La gran industria alemana estaba representada en Auschwitz. Las fábricas de Krupp, Siemens, Union, pero sobre todo la L.G. Faber-Industrie, que había iniciado la construcción de una fábrica de caucho sintético, se aprovechaban del trabajo de los prisioneros. El lugar había sido escogido por la gran reserva de mano de obra disponible y también -se puede creer- por el buen precio de ésta. Las empresas pagaban a las SS seis marcos diarios por cada obrero cualificado y cuatro por los no cualificados. El coste de mantenimiento de cada prisionero no llegaba a un marco diario. Así, desde el punto de vista financiero las dos partes contratantes conseguían un buen beneficio.
Poliakov, L. Auschwitz, 1966.