Durante tres semanas aquello fue un verdadero infierno. Levantarse antes de la mañana, doce horas efectivas de trabajo, caminar hasta la pedrera durante un kilómetro y medio, bajar 186 escalones separados y de diversa alzada, efectuar seis o siete viajes con un bloque de 15 o 20 kilos en la espalda, con el único alimento del litro de sopa del mediodía de 150 gramos de pan y de cualquier ersatz (sucedáneo) por la noche. De los dos mil de mi transporte, sólo la mitad sobrevivió en esta primera prueba (...).
Testimonio del coronel Jaume Arnaud, Mauthausen. En Roig, M.: Els catalans als camps nazis, 1977-