"La enfermedad duró cuatro meses en Bizancio, y su mayor virulencia duró tres meses. En un principio las muertes fueron algo más que lo normal, después la mortalidad se elevó mucho más, y más tarde alcanzó a 5.000 personas cada día, e incluso llegó un momento que fueron diez mil cada día e incluso más.
Al principio todos los hombres asistían al entierro de los muertos de su propia casa, después los arrojaron en las tumbas de otros, para finalmente llegar a un estado de confusión y desorden.
Los estragos de la peste.
Esclavos fueron separados de sus dueños, y hombres que en tiempos habían sido ricos fueron privados del servicio de sus criados, que habían enfermado o muerto, llegando incluso a haber casas completamente vacías de seres humanos. Por esa razón sucedió que algunos de los hombres notables de la ciudad permanecieron sin sepultar durante muchos días."
Texto tomado del libro "Historia de las guerras persas", de Procopio de Cesarea a mediados del siglo VI, sus escritos constituyen la principal fuente de información sobre el reinado de Justiniano.
El texto de Procopio no difiere mucho de los relatos de la peste hechos por escritores de otros tiempos. Ocho siglos más tarde, los cronistas de la peste negra se expresaban de forma similar. Catorce siglos después, una novela La peste, reflexiona sobre el sentido de la muerte, y la ausencia de dolor cuando se habla de miles de cadáveres. Mostraba además que los relatos de una epidemia de esta índole no difieren en lo esencial de unos tiempos a otros. Camus probablemente se habría documentado y conocía los relatos de los escritores de otros tiempos, y en su novela incluye una cita a la peste justinianea.