Del interrogatorio llevado a cabo durante el pleito iniciado por Gonzalo Gómez de Cervantes, senescal (alto funcionario de palacio) del Gran Maestre de Rodas y comendador de las Encomiendas de Salamanca y Cerecinos, contra Lucrecia Jiménez, esclava turca vecina de Toledo, por negarse a servirle como esclava y jactarse de ser cristiana, se puede reconstruir la vida de esta mujer en 1548.
La pertenencia a otra religión era uno de los principales motivos que justificaban la esclavitud. Sin embargo, cuando la captura y el bautizo del esclavo se producían antes de que éste tuviera uso de razón, la causa de la pérdida de libertad podía quedar en entredicho, motivo por el que se suscitaban no pocos pleitos, como el mantenido por Lucrecia contra su amo.
Lucrecia fue capturada por el senescal a la edad de dos años y medio junto con su padre y una hermana con ocasión de la toma de Corrón (actual Coroni) en la Morea; fue separada de su hermana, vendida en el transcurso del viaje por ochenta ducados después fue bautizada en Mesina y finalmente enviada con otras tres esclavas turcas a España donde estuvo en varias casas hasta que regresó el senescal a la Península.