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Era 30 de abril de 1945 cuando Ejército Rojo, dirigido por el mariscal Georgi Zhúkov, tomaba Berlín encontrándose a menos de 300 m del búnker donde se ocultaba Hitler.
Aquel día, según testigos presenciales, Hitler almorzó en compañía de sus secretarias en silencio, después del almuerzo, hizo matar a su perra Blondie.
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Según su secretaria Traudl Junge, "Hitler se lavaba las manos cada vez que acariciaba a su perra Blondie. Blondie podía ser tema de conversación durante noches enteras. La creía una perra inmensamente inteligente y refinada. Y ella dependía mucho de él, aunque había sido entrenada por otro y Hitler no era el que la alimentaba...Blondie podía cantar. Aullaba, y Hitler le decía: “Blondie, cantá más profundo”, y ella bajaba un tono. Estaba muy orgulloso de que la perra lo obedeciera por completo".