11 de enero de 2010

ESPECIAL 77º ANIVERSARIO SUCESOS DE CASAS VIEJAS. Sublevación del anarquismo andaluz 1933.


El 11 de enero de 1933 en un pueblo del sur de Andalucía llamado Casas Viejas se iniciará una revuelta protagonizada por campesinos anarquistas quienes destituyen al alcalde e instaurarán el Comunismo Libertario.

Inmediatamente, enterado el Gobierno, envió fuerzas de la Guardia Civil y de la Guardia de Asalto todos ellos al mando del capitán Manuel Rojas que entraron a tiros en el pueblo, incendiaron la casa donde se habían refugiado algunos de los dirigentes de la insurrección, entre ellos Francisco Cruz, que muere calcinado junto a otros vecinos al ser incendiada su choza por la Guardia de Asalto. Varios sospechosos más fueron fusilados en el acto.

Un mes después de la matanza de Casas Viejas, el capitán Manuel Rojas porfiaba con el director general de Seguridad, Arturo Menéndez, sobre si éste le había ordenado o no que aplicase la ley de fugas cuando en enero lo había enviado a Andalucía para reprimir una revuelta anarquista.



Charlaban en el despacho de Menéndez, en la Puerta del Sol de Madrid. El escándalo ya había saltado. La prensa y la oposición al Gobierno que presidía Manuel Azaña ya habían desvelado que en Casas Viejas, la Guardia de Asalto al mando de Rojas, tras sofocar la rebelión, con el pueblo ya dominado, había detenido a doce vecinos, los había arrimado a una pared y, sin más, los había fusilado y rematado con un tiro en la cabeza.

El Gobierno sostenía aún la versión oficial sobre lo sucedido el 11 y el 12 de enero: que todos los fallecidos en Casas Viejas habían caído en tiroteos con los guardias. Que hubo una lucha en la que perecieron cerca de treinta personas, entre ellas dos guardias civiles y un guardia de asalto. Pero poco a poco la verdad se abría paso y ponía contra las cuerdas a un Gobierno que había negado la matanza y que ahora era acusado de haberla ordenado.


Foto capitán Rojas (derecha)

Era febrero, pues, y Rojas y Menéndez conversaban reservadamente sobre los sucesos de Casas Viejas. Rojas había firmado ya dos informes, entregados al Gobierno, en los que mentía sobre lo ocurrido. Ante el director general de Seguridad, que debía saber ya de los fusilamientos y buscaba la manera de que no le salpicasen a él ni al Gobierno, Rojas no es que lo contase todo y detallado, pero sí se empeñaba en dejar algo absolutamente claro: sostenía que en Casas Viejas había hecho, ni más ni menos, lo que él, Menéndez, le había ordenado: aplicar la ley de fugas.
Menéndez, agobiado, negaba.


Nadie te ordenó eso, Manolo. No es así, lo que te dije es que dispararas sin duelo contra quienes os atacasen, que actuaras con energía..., insistía el director general de Seguridad ante el capitán. Claro que me lo ordenaste, Arturo: me dijiste que si hacía falta, aplicase la ley de fugas.


Hice lo que me dijiste.Menéndez no lograba convencer a su amigo y subordinado. Se veía metido en un lío de proporciones considerables. Él mismo le había asegurado a Azaña que lo de los fusilamientos era un mentira, que todo eso era una invención que usaban los radicales de Lerroux para derribar el Gobierno.




Entonces, en un último intento por hacer entrar en razón a Rojas, Menéndez se acercó a la ventana. Manolo, hay cosas que se dicen a veces que no deben ser tomadas a rajatabla. Si mencioné la ley de fugas, era una manera de hablar...





Mira, ven. Le indicó la calle. ¿Ves aquella chiquilla? Es como si yo te digo ahora que bajes y la mates. Tú, claro está, no lo harías.La respuesta de Rojas debió dejar helado a Menéndez.Sí lo haría, contestó Rojas. Lo haría aunque fuese en contra de mi criterio y después daría cuenta de lo ejecutado y también de mi desacuerdo con la orden recibida.





Esa conversación, esa escena en el despacho de Menéndez se la refirió Rojas al juez instructor del caso Casas Viejas en una de sus declaraciones antes del juicio en el que compareció como acusado de asesinar a catorce personas. Como Rojas no dejó de mentir y de retorcer la verdad desde que partió de Benalup, con los cadáveres aún amontonados en la corraleta de la choza de Seisdedos, es muy posible que su versión sobre la charla esté convenientemente adaptada.




Pero aún así, lo que importa de ella es el hecho de que Rojas fuese capaz de decirle a un juez, para exculparse de los fusilamientos, que mataría a una niña inocente si se lo ordenaban, que las órdenes estaban, en fin, por encima de la conciencia.El capitán Rojas está ahí retratado. En esa anécdota que él mismo relató. Arturo Menéndez probablemente cayó en la cuenta en aquel momento de quién era Rojas, de que el hombre al que había enviado a apagar un incendio era un peligroso pirómano.





Y de que nada iba a apartar a Rojas de pensar y decir que lo que hizo en Casas Viejas fue cumplir órdenes.Así fue efectivamente. Rojas acabó siendo procesado y condenado y jamás dejó de apelar a las órdenes para justificar lo sucedido: nunca quiso asumir el papel de único culpable. Una campaña difamatoria ("quizá la más indecente que registre la historia del periodismo español", como dijo El Sol en 1935) ayudó a Rojas a difuminar y borrar su protagonismo en Casas Viejas.


El capitán Rojas había actuado en el pueblo gaditano siguiendo órdenes del Gobierno y esas órdenes habían salido de boca del propio Azaña con frase de pistolero, dijeron una y otra vez algunos periódicos pese a que sabían con certeza que eso era mentira.

La Audiencia de Cádiz publicó la sentencia recaída contra el capitán Manuel Rojas por los sucesos de Casas Viejas. Según contaba el Diario de Cádiz el 27 de mayo de 1934:




"El Jurado popular (en la foto) lo ha considerado culpable de la muerte de catorce campesinos en la aldea gaditana. La sentencia recoge la existencia de una atenuante muy calificada a la hora de establecer la pena, que queda rebajada en dos grados y fijada en veintiún años de prisión y la obligación de indemnizar a los familiares de las víctimas con quince mil pesetas por cada una de ellas. Mientras el fiscal ha calificado la sentencia como benévola, el propio Jurado ha estimado excesiva la pena y solicitado indulto para Rojas. La defensa del oficial de Asalto, por su parte ya ha anunciado la interposición del recurso. El capitán Rojas permanece ingresado en el castillo de Santa Catalina."