Durante la Primera Guerra Mundial un neoyorquino decidió gastar una broma insertando un anuncio en The New York Times que decía así:
"¡Patriotas! ¡Atención a los dueños de los gatos!
Las ratas amenazan seriamente la salud de los soldados norteamericanos que se encuentran prisioneros en Alemania. Por acuerto con una potencia neutral, el Gobierno de los Estados Unidos de América, está vendiendo a Alemania una gran cantidad de gatos que se destinarán a exterminar a los miles de roedores que habitan en los campos de prisioneros.
El Gobierno pagará a quienes tengan gatos en buenas condiciones. Los pagos se realizarán en la Oficina Central de Correos a partir de mañana".
Al día siguiente y una hora antes de su apertura, más de cuatro mil personas hacían cola para entregar sus mascotas y salvar a sus compatriotas presos.
Hubo que llamar a la policía, tardándose más de ocho horas en convencer a los dueños de los gatos de que había sido una broma.